Thursday, October 2, 2025

El milagro de la Virgen del Valle en Sevilla y los vestigios de su devoción.



 

El milagro de la Virgen del Valle en el Pozo/ Alonso Vázquez siglo XVI.

La devoción a la Virgen del Valle, dejó una huella decisiva en Sevilla a raíz de un milagro ocurrido en 1403, no en la ciudad astigitana, sino en la propia capital hispalense. Según un documento coetáneo conservado en el Archivo Municipal de Sevilla, un niño cayó a un pozo ubicado en unas casas de la ciudad. Ante la imposibilidad de rescatarlo, su madre —viuda y natural de Écija— imploró la intercesión de la Virgen del Valle, patrona de su tierra natal. De forma prodigiosa, las aguas del pozo se elevaron hasta el brocal y el niño salió ileso.

El relato documental del milagro, escrito en el castellano del siglo XV, dice así:

“fue merced de Nuestro Sennor Dios, por ruego de la Bienaventurada Virgen Santa María su Madre, de mostrar un milagro muy maravilloso dentro de las dichas casas, de un moçuelo que cayó en un pozo que está en las dichas casas e fue encomendado a la Virgen Santa María del Valle e plugo nuestro Sennor Dios, por su ruego della, que cresçió el agua del dicho pozo, tanto que salió por ençima del brocal del poso e echó al moçuelo fuera del poso e quedó en el suelo sano e sin peligro alguno. Sobre lo qual, todo esto, se uvo çierta e verdadera información e se falló así verdad. E por que quedase siempre memoria del dicho milagro... fazer en ellas un monesterio de en que estén buenas personas mugeres religiosas de buena vida.”

Este hecho se consideró tan extraordinario que la madre donó sus casas para fundar allí un convento. Así nació el Convento de Nuestra Señora del Valle, de monjas dominicas, donde se veneró en primer lugar una imagen de gloria de la Virgen del Valle, estableciendo así el nexo devocional entre Écija y Sevilla.

La devoción no tardó en consolidarse. En 1450, el cardenal Juan de Cervantes fundó en el convento la Hermandad de Luz, en torno al culto al Santo Rostro de Cristo. La presencia en el mismo recinto de la imagen mariana favoreció que esta advocación de la Virgen del Valle se convirtiera en centro de culto con la imagen dolorosa de la corporación. A mediados del siglo XVI, la hermandad evolucionó hacia cofradía penitencial, y en 1553 cambió su título por “Hermandad y Cofradía de la Santa Verónica de Jesucristo y Nuestra Señora del Valle”. En 1558 sus reglas fueron aprobadas, fijando la estación de penitencia la noche del Jueves Santo.

El milagro también fue plasmado en el arte. A finales del siglo XVI, Alonso Vázquez pintó la tabla El milagro de la Virgen del Valle en el Pozo, que narra pictóricamente la intervención mariana. Esta obra, donada a la Catedral de Sevilla por el deán López Cepero, se convirtió en una de las piezas más notables de su colección, reflejo de la importancia que alcanzó esta tradición en la religiosidad hispalense.

Con el paso del tiempo, las versiones de fray Gonzaga, Roa y Ortiz de Zúñiga fueron añadiendo elementos devocionales: la condición de viuda de la madre, el carácter de hijo único del niño, la invocación ante una imagen y el voto de donar sus casas. Estos añadidos reforzaron la dimensión espiritual del suceso y lo consolidaron como ejemplo de intercesión mariana.


El pozo mencionado en la narración del milagro se conserva actualmente en el interior del Santuario de los Gitanos, antiguo Convento del Valle, acompañado de un cartel que recuerda y testimonia dicha prodigiosa historia.

De este modo, la Virgen del Valle de Écija, a través de un milagro acaecido en Sevilla, se convirtió en germen de una de las cofradías históricas de la Semana Santa hispalense. Por su parte, la Hermandad de los Gitanos, establecida en el Santuario levantado sobre las ruinas del antiguo convento, rinde culto a una imagen de gloria bajo la advocación del Valle, cuya festividad celebra cada 8 de septiembre. Sin embargo, lo que en su momento fue un vínculo espiritual y cultural entre Écija y Sevilla ha ido desdibujándose con los siglos. La primitiva imagen de gloria y el recuerdo del prodigio han sido eclipsados por la advocación dolorosa actual, más conocida en el marco de la Semana Santa de Sevilla.

Rescatar esta memoria es recordar cómo un suceso protagonizado por la devoción de una mujer ecijana en Sevilla marcó la historia religiosa de la ciudad con la intercesión de Santa María del Valle.

Nuestra Señora del Valle Dolorosa, Sevilla

Imagen de Gloria de Nuestra Señora del Valle/ Santuario de los Gitanos (Antiguo Convento del Valle)















                                                                                                                                                                                                                                       

                                                                                         Nuestra Señora del Valle, Iglesia de la Anunciación





Monday, September 29, 2025

Crónica sobre los cultos y 8 de septiembre 2025 en honor a la Virgen del Valle.

 


Un nuevo año ha vuelto a desbordarse en Écija la devoción hacia nuestra excelsa Patrona, la Santísima Virgen del Valle. El primero de los actos tuvo lugar el 28 de agosto, con el solemne traslado de la Sagrada Imagen desde su capilla al altar mayor. Para tan significativa ocasión, la Virgen fue presentada con un nuevo terno donado, confeccionado en tono naranja y enriquecido con galones del siglo XVIII, así como con encajes de tul bordado en algodón. Completaba su atuendo una toca de hojilla, la corona decimonónica dorada y el magnífico  rostrillo de los topacios.


Tras la misa preparatoria, el traslado se llevó a cabo con  solemnidad, recorriendo las naves del templo hasta alcanzar la puerta del Espíritu Santo, por donde la Virgen salió a las calles, portada en andas sencillas que, por su ligereza, permitieron la participación de fieles de todas las edades. El itinerario, breve pero emotivo, comprendió la calle Sancha Carrillo, la Plaza de Nuestra Señora del Valle y la entrada por la puerta principal.

Ya en el altar mayor, la Santísima Virgen amaneció revestida con nuevos ornamentos: una saya bordada en oro y sedas sobre tisú de oro como otro nuevo estreno, un manto de espolín verde manzana con motivos florales y su corona imperial de la Coronación Canónica. Todo ello sobre un altar que, aunque aún en proceso de mejoras, mostraba avances respecto a décadas anteriores. La instalación de cortinas de terciopelo en tonos rojizos y cuatro lámparas de cristal fue recibida como signo de progreso en una cuestión que, desde hace largo tiempo, constituye una asignatura pendiente de la Hermandad.






En septiembre, la ciudad se vio engalanada gracias al esfuerzo de grupos de hermanos y devotos que, con ardua dedicación, elaboraron banderas artesanales, flores de papel y recuperaron la tradición de las bombillas en la calle Santa Cruz. La Plaza de la Virgen, por su parte, fue adornada con textiles pintados por la Junta de Gobierno. No menos destacable fue la participación del barrio del Puente que se volcó en la decoración de sus calles con banderas y ornamentos efímeros.

La víspera del día grande, el 7 de septiembre, comenzó con la confección de las alfombras de sal, este año en la Plaza de España, lugar que se revela más idóneo para la contemplación del pueblo. A ello siguió el pasacalles de AMUECI y el concierto del Ateneo en el mismo enclave, iniciativas que deberían consolidarse por mediación de la Hermandad como parte esencial de las vísperas, pues contribuyen a engrandecer la festividad. Llegada las doce de la noche, la Iglesia de Santa Cruz rebosaba fieles para la tradicional ofrenda de nardos, reflejo de una devoción en constante auge.

Con el alba del 8 de septiembre comenzaron a confluir los rosarios desde las distintas parroquias hacia los pies de la Virgen, donde se celebró la Misa del Alba y las posteriores eucaristías, culminando con la Solemne Función Principal. A las ocho de la tarde, con puntualidad y fervor, la Virgen salió en procesión. Este año, por decisión de la Junta de Gobierno, el alumbrado popular acompañó tras el paso, medida que generó opiniones encontradas entre los fieles.



El sol, en su despedida, iluminaba el majestuoso paso de plata, exornado con gran acierto en la disposición de los nardos. La Virgen lucía la nueva saya de tisú de oro, la antigua toca de hojilla, el manto del pueblo y el monumental rostrillo de oro de Damián de Castro. Su plaza, colmada de fieles, estalló en aplausos y vítores; en la calle José Canalejas llegaron las plegarias cantadas y las primeras petaladas, ofrecidas por el grupo joven de la Hermandad del Amor.

El deseo de llevar a la Virgen a nuevas zonas, como el barrio de Merinos y Huertas, constituyó un loable propósito, aunque en cierta medida se vio deslucido por un ritmo procesional excesivamente acelerado y acompañado a tambor, lo cual parecía contradecir la intención de propiciar que aquellos barrios gozasen con calma de la presencia de la Patrona. Aun así, los vecinos respondieron con entusiasmo, engalanando balcones y erigiendo altares efímeros.


En la calle Berbisa, con mayor serenidad, la Virgen pisó la primera alfombra de sal ofrecida por la Hermandad de la Yedra. La llegada a la Plaza de Santa Ana, abarrotada de fieles, fue uno de los momentos de mayor fervor, especialmente cuando, ante una fachada ricamente ornamentada, se entonaron cantes y se lanzó una lluvia de pétalos. No obstante, quedó en el aire cierta sensación de prisa, pues la Virgen no giró hacia la Iglesia de Santa Ana, como muchos esperaban con ilusión.

La procesión alcanzó un punto de esplendor al pasar por el Palacio de Peñaflor, donde la grandeza del entorno se fundió con la majestad de la Virgen en una escena difícil de olvidar.


En la Casa Hermandad del Rocío se produjo un emotivo saludo al Simpecado ecijano, prolongado por la calle Emilio Castelar, ricamente engalanada por devotos donde frente a una gran lona con la imagen de la Virgen se ofrendó una impresionante petalada. Posteriormente, la Virgen discurrió sobre las alfombras de sal de la Plaza de España, enclave que se confirma como uno de los más acertados por su amplitud y capacidad de concentración.

El broche de oro lo puso la calle Santa Cruz, cuyas fachadas, primorosamente engalanadas, evocaban con fuerza el esplendor efímero de otros tiempos. Cabe destacar la labor digna de mención del vecino D. Ignacio Ostos, cuyo empeño en recuperar la casi olvidada tradición del alumbrado nos remonta a los días de la Coronación Canónica. Finalmente, entre vítores y con el himno entonado por su pueblo, al compás de AMUECI, la Virgen fue llevada de regreso a su Parroquia.

Así concluyó un 8 de septiembre distinto, pleno de novedades y con un recorrido renovado, en el que la Virgen del Valle volvió a llenar de satisfacción y orgullo los corazones de los ecijanos, reafirmando, un año más, que su día es el más grande que posee nuestra bendita ciudad.



Wednesday, June 18, 2025

Rostrillo de los topacios. Anónimo, 1841.

 


Rostrillo. Realizado en plata dorada y decorado con piedras preciosas, este rostrillo tiene unas dimensiones de 18 x 14 cm y una forma ovalada característica. Su diseño incluye círculos y rombos grabados, formando una guirnalda de topacios engarzados que sostiene una cenefa adornada con motivos vegetales. Esta cenefa está también enriquecida con topacios y filigranas. En la parte superior, a la altura de la frente, se encuentra un gran topacio ovalado de valor incalculable como elemento principal. A lo largo de toda la pieza se distribuyen pequeñas flores decoradas con diamantes. En total, cuenta con 41 topacios y 32 diamantes. Estas  piedras pudieron ser desmontadas de otras joyas ya existentes heredadas por esta importante familia. 

Esta joya fue un regalo a la Virgen del Valle por parte de María del Rosario Bermuy y Aguayo, marquesa de Peñaflor. La pieza fue encargada en 1841 a un platero anónimo, y por ella se pagaron 950 reales.





Rosario Bernuy Aguayo nació en 1805 en el seno de una familia noble. Era hija de Juan Bautista Bernuy Valda y de María del Carmen Aguayo Aguayo, quienes ostentaban el título de marqueses de Benamejí.

Contrajo matrimonio con Fernando Pérez de Barradas Arias de Saavedra, miembro de la familia aristocrática que ostentaba el título de marqueses de Peñaflor. Al casarse, Rosario recibió el título de marquesa consorte de Peñaflor. Rosario vivió durante gran parte del siglo XIX teniendo gran devoción a la Virgen del Valle y ejerciendo posiblemente el cargo de camarista, falleciendo en 1888. Su vida estuvo marcada por los lazos familiares entre algunas de las casas nobiliarias más influyentes de Andalucía, contribuyendo a la consolidación de alianzas entre los linajes de Benamejí, Peñaflor y Luque.






Sunday, June 15, 2025

Cartel Oficial de la Santísima Virgen del Valle 2025



La ecijana Virginia Bersabé presenta tras una amplia y reconocido trayectoria, su primer cartel cofrade dedicado a la Santísima Virgen del Valle.

 Una obra con gran simbolismo que refleja el profundo vínculo entre Écija y su patrona, transmitido de generación en generación. La imagen muestra a una de las típicas imágenes de plata de la Virgen, presente en la mayoría de hogares ecijanos, rodeada por manos femeninas que forman una “M” de María, como homenaje a las mujeres de su entorno, especialmente a las que llevan en su familia el nombre de la Virgen.


 Todas las manos desean tocarla, porque saben que Ella es la meta de lo divino. Desde aquellas manos poderosas que velaron por su culto, hasta las manos humildes de mujeres que tejían en silencio para costear misas ante la Santísima Virgen. Las manos anónimas que la cuidaron con mimo, que barrieron su camarín, que colocaron alfileres en su manto, que se alzaron en oración entre lágrimas o que se aferraron a Ella desde una cama de hospital. Manos que, cada 8 de septiembre, se alzan al cielo para gritar un viva o que iluminan su paso en una alfombra de velas blancas, sabiendo que cada llama encendida es una súplica, un gracias o una promesa. Manos vestidas de luto por las que ya partieron entregan, con fe intacta, el testigo a otras manos que visten hoy el hábito de la Virgen, y a las que aún están por llegar. Tantas manos que quieren tocarte, Señora, buscando en el fondo una sola cosa: que seas Tú la que nos toque el alma, como sólo una Madre sabe hacer.

Friday, May 23, 2025

La tradición de las visitas escolares a la Virgen del Valle.

 



Mayo es, por excelencia, el mes dedicado a la Virgen María en toda la Iglesia Universal. En Écija, este tiempo adquiere un significado aún más especial al girar en torno a la devoción profunda que el pueblo profesa a su Excelsa Patrona, la Santísima Virgen del Valle. A lo largo de estas semanas, son innumerables los ecijanos y forasteros que se acercan a su capilla para elevar plegarias, presentar ofrendas o simplemente contemplarla con amor y gratitud.

Una de las tradiciones más entrañables y arraigadas de estas fechas son las visitas escolares a la Virgen. Desde antiguo, colegios e institutos de la ciudad organizan peregrinaciones de niños y jóvenes que, acompañados de sus maestros, acuden a postrarse ante la imagen de Nuestra Madre. Escuchan con atención su historia, acceden con emoción al camarín donde se venera, le ofrecen flores, alimentos o productos destinados a los más necesitados —un gesto solidario que en los últimos años ha cobrado mayor relevancia—, y entonan con fervor su himno, esa Salve que forma parte de nuestra identidad desde la infancia.

Todo ecijano guarda en el corazón el recuerdo de aquellas visitas escolares de mayo. Son momentos que nos marcan, que nos enseñan a amar a la Virgen y a sentirnos parte de una ciudad unidad.  Porque la Virgen del Valle no es solo símbolo de religiosidad: es vínculo, es historia, es consuelo, es madre. Y como tal, nos cuida y nos reúne a todo el pueblo.

Preservar esta tradición es, sin duda, un deber para con nuestras raíces y con las futuras generaciones. La Virgen del Valle fue, es y seguirá siendo consuelo y guía para el pueblo de Écija. La eterna meta de nuestro caminar.









Tuesday, April 1, 2025

La Virgen del Valle y su Vinculación con la Hermandad de la Piedad

 

                              Recreación de los Nobles vistiendo pobres ante la Santísima Virgen del Valle

                                        

La Virgen del Valle, patrona de Écija, ha sido eje central en la devoción de la ciudad desde antiguo, desempeñando un papel destacado en la vida religiosa y social. Su vínculo con la antiquísima  Hermandad  de la Piedad se manifiesta en diversas tradiciones benéficas y litúrgicas.

Si nos remontamos al siglo XVI, uno de los actos más representativos de esta conexión era la labor caritativa de la hermandad mercedaria, que cada año vestía a cuatro personas necesitadas. Estas eran presentadas ante la Virgen del Valle la mañana de Pascua de Resurrección, simbolizando la protección y amparo de la patrona sobre los más desfavorecidos.

"También la cofradía vestía cuatro pobres al año, los cuales se llevaban vestidos ante la Virgen del Valle"

Nuestra Señora de la Piedad

También las ordenanzas de la Hermandad de la Piedad establecían dos festividades en honor a la Virgen: el 8 de septiembre, día de la Natividad de Nuestra Señora y festividad actual de la Virgen del Valle, y el 25 de marzo, día de la Encarnación del Verbo. En la primera de estas fechas, su titular, Nuestra Señora de la Piedad, realizaba una procesión letífica por su feligresía, acompañada por la fervorosa devoción de los fieles.

Además, en estas fechas se celebraba una misa solemne y, con la autorización de los frailes, se instalaba en el monasterio una mesa destinada a recoger limosnas y permitir la inscripción de nuevos hermanos en la cofradía.

La celebración de estos cultos, que coincidía con la festividad de nuestra amantísima Patrona, debió suprimirse en torno a los siglos XVII o XVIII, cuando la devoción a la Virgen del Valle alcanzó su máximo apogeo. En ese período, llegaron peregrinaciones desde numerosas ciudades hasta su santuario, lo que llevó a la ciudad a concentrar toda la celebración religiosa en torno al Monasterio Jerónimo  el 8 de septiembre. Allí, la Virgen del Valle recibía romerías, se celebraban numerosas misas y tenía lugar una solemne procesión.





Thursday, February 27, 2025

Terno de tisú de oro y sedas - Siglo XVIII





La indumentaria de la Virgen del Valle es una de las más antiguas y valiosas que se conservan, constituyendo un verdadero tesoro del arte sacro y textil. Este conjunto es testigo de ello, compuesto por saya, corpiño, mangas, sobremangas, manto y el traje del Niño, destacaca por la riqueza de sus materiales y la exquisitez de su confección.



Realizado en un lujoso tejido de tisú de hilo de oro, este traje es una muestra del esplendor y la devoción con la que se vestía a la Santísima Virgen en épocas pasadas. A lo largo de todo el conjunto se pueden apreciar claveles bordados en delicado hilo de seda, acompañados de hojacarasca, guirnaldas y elementos ornamentales que evocan la flora natural. Los tallos arqueados aportan una armonía especial al diseño, mientras que los pétalos delgados y curvados recuerdan a los claveles, símbolo de belleza y pureza. En la mentalidad de la época, los claveles rosáceos eran considerados símbolo del amor maternal, reforzando así la relación entre la Virgen y su papel como Madre espiritual. Los colores dorados, rosados y azules crean una combinación elegante, reflejando la influencia artística del Barroco y el Rococó.


Partes del conjunto se rematan con ribetes artesanales de hilo de oro.. Su confección, minuciosa y detallada, sugiere que este tipo de vestimenta, ricamente elaborada con oro incluso en su base, fue utilizada por los Monjes Jerónimos y las familias encargadas de vestir a la Virgen en ocasiones solemnes y celebraciones especiales. Dentro de la Orden de los Jerónimos, este tipo de vestimenta era conocida como "traje rico", un término que subraya su extraordinario valor material  como sentimental.




                                                                 8 de septiembre de 2024

En un esfuerzo por revalorizar esta joya del patrimonio textil y devocional, el pasado 8 de septiembre la saya de este conjunto fue utilizada en la salida procesional. La imagen, revestida con tan majestuosa prenda, sorprendió a los fieles y devotos, quienes pudieron apreciar la impresionante fusión entre el bordado artesanal del manto del pueblo de siglo XX y el espolín de oro del siglo XVIII, dando como resultado una recuperación histórica en la forma de ataviar a Nuestra Señora.