La devoción a la Virgen del Valle, dejó una huella decisiva en Sevilla a raíz de un milagro ocurrido en 1403, no en la ciudad astigitana, sino en la propia capital hispalense. Según un documento coetáneo conservado en el Archivo Municipal de Sevilla, un niño cayó a un pozo ubicado en unas casas de la ciudad. Ante la imposibilidad de rescatarlo, su madre —viuda y natural de Écija— imploró la intercesión de la Virgen del Valle, patrona de su tierra natal. De forma prodigiosa, las aguas del pozo se elevaron hasta el brocal y el niño salió ileso.
El relato documental del milagro, escrito en el castellano del siglo XV, dice así:
“fue merced de Nuestro Sennor Dios, por ruego de la Bienaventurada Virgen Santa María su Madre, de mostrar un milagro muy maravilloso dentro de las dichas casas, de un moçuelo que cayó en un pozo que está en las dichas casas e fue encomendado a la Virgen Santa María del Valle e plugo nuestro Sennor Dios, por su ruego della, que cresçió el agua del dicho pozo, tanto que salió por ençima del brocal del poso e echó al moçuelo fuera del poso e quedó en el suelo sano e sin peligro alguno. Sobre lo qual, todo esto, se uvo çierta e verdadera información e se falló así verdad. E por que quedase siempre memoria del dicho milagro... fazer en ellas un monesterio de en que estén buenas personas mugeres religiosas de buena vida.”
Este hecho se consideró tan extraordinario que la madre donó sus casas para fundar allí un convento. Así nació el Convento de Nuestra Señora del Valle, de monjas dominicas, donde se veneró en primer lugar una imagen de gloria de la Virgen del Valle, estableciendo así el nexo devocional entre Écija y Sevilla.
La devoción no tardó en consolidarse. En 1450, el cardenal Juan de Cervantes fundó en el convento la Hermandad de Luz, en torno al culto al Santo Rostro de Cristo. La presencia en el mismo recinto de la imagen mariana favoreció que esta advocación de la Virgen del Valle se convirtiera en centro de culto con la imagen dolorosa de la corporación. A mediados del siglo XVI, la hermandad evolucionó hacia cofradía penitencial, y en 1553 cambió su título por “Hermandad y Cofradía de la Santa Verónica de Jesucristo y Nuestra Señora del Valle”. En 1558 sus reglas fueron aprobadas, fijando la estación de penitencia la noche del Jueves Santo.
El milagro también fue plasmado en el arte. A finales del siglo XVI, Alonso Vázquez pintó la tabla El milagro de la Virgen del Valle en el Pozo, que narra pictóricamente la intervención mariana. Esta obra, donada a la Catedral de Sevilla por el deán López Cepero, se convirtió en una de las piezas más notables de su colección, reflejo de la importancia que alcanzó esta tradición en la religiosidad hispalense.
Con el paso del tiempo, las versiones de fray Gonzaga, Roa y Ortiz de Zúñiga fueron añadiendo elementos devocionales: la condición de viuda de la madre, el carácter de hijo único del niño, la invocación ante una imagen y el voto de donar sus casas. Estos añadidos reforzaron la dimensión espiritual del suceso y lo consolidaron como ejemplo de intercesión mariana.
El pozo mencionado en la narración del milagro se conserva actualmente en el interior del Santuario de los Gitanos, antiguo Convento del Valle, acompañado de un cartel que recuerda y testimonia dicha prodigiosa historia.
De este modo, la Virgen del Valle de Écija, a través de un milagro acaecido en Sevilla, se convirtió en germen de una de las cofradías históricas de la Semana Santa hispalense. Por su parte, la Hermandad de los Gitanos, establecida en el Santuario levantado sobre las ruinas del antiguo convento, rinde culto a una imagen de gloria bajo la advocación del Valle, cuya festividad celebra cada 8 de septiembre. Sin embargo, lo que en su momento fue un vínculo espiritual y cultural entre Écija y Sevilla ha ido desdibujándose con los siglos. La primitiva imagen de gloria y el recuerdo del prodigio han sido eclipsados por la advocación dolorosa actual, más conocida en el marco de la Semana Santa de Sevilla.
Rescatar esta memoria es recordar cómo un suceso protagonizado por la devoción de una mujer ecijana en Sevilla marcó la historia religiosa de la ciudad con la intercesión de Santa María del Valle.
Imagen de Gloria de Nuestra Señora del Valle/ Santuario de los Gitanos (Antiguo Convento del Valle)
Nuestra Señora del Valle, Iglesia de la Anunciación












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