El 24 de mayo de 1575, Santa Teresa de Jesús, durante su viaje hacia Sevilla, realizó una parada en la entonces ermita de Santa Ana en Écija, ubicada en las inmediaciones de la Puerta del Puente, donde encontró reposo. Este hecho está respaldado por numerosos testimonios y documentos históricos que confirman su visita, la cual fue realizada en compañía de un grupo de monjas. Según la documentación conservada en el extinto Monasterio de Nuestra Señora del Valle, existía una lápida que recogía los nombres de ilustres personajes y santos que habían peregrinado para rendir homenaje a la Virgen del Valle. Entre esos nombres sobresalía el de Santa Teresa de Ávila, lo que añade un valor histórico y espiritual a su presencia en la ciudad.
Es altamente probable que, en aquella visita o en alguna otra ocasión, Santa Teresa también honrara con su devoción a la sagrada imagen de Nuestra Patrona, quien ya en ese tiempo gozaba de gran veneración no solo en la ciudad de Écija, sino también más allá de sus límites, siendo ampliamente conocida en la región. La popularidad de la Virgen del Valle trascendía los confines de la localidad, consolidándose como un símbolo de fe y protección para sus devotos.
En 1614, se iniciaron en Écija los trámites para la fundación de un convento de monjas teresas, lo cual se materializó en 1636 en unas casas cercanas a la Puerta de Palma. Sin embargo, la devoción hacia la Santa ya estaba profundamente arraigada en la ciudad mucho antes de la fundación de dicho convento.
Tanto era así que, en un Cabildo celebrado el 18 de agosto de 1617, se decidió nombrar a Santa Teresa de Jesús como copatrona de Écija, en reconocimiento a su santidad y a la veneración que los ecijanos profesaban hacia ella. Este honor la colocó junto a la Virgen del Valle, quien ya ostentaba el título de patrona principal de la ciudad. Además, se acordó organizar una fiesta anual en honor a Santa Teresa.
En el año 1962, el 25 de noviembre, la ciudad de Écija se vistió de solemnidad para recibir una reliquia de Santa Teresa de Jesús. El acto tuvo lugar en el lugar conocido como "El Cerro", al final de la avenida Miguel de Cervantes, donde las Autoridades Civiles y Militares, la Corporación Municipal bajo mazas, el clero secular y regular, junto con Asociaciones, Hermandades y numerosos fieles, esperaban su llegada. La afluencia de público fue significativa, extendiéndose por todo Miguel de Cervantes, donde la expectación por este acontecimiento religioso era palpable.
La reliquia fue trasladada en procesión por el Alcalde de la ciudad y el Coronel del Depósito de Recría y Doma, quienes tuvieron el honor de portarla. La solemne procesión recorrió las principales calles de la ciudad, hasta llegar al Ayuntamiento, donde se había preparado un altar en la fachada principal del edificio para recibir la reliquia con los debidos honores. En ese punto, un fraile carmelita que había acompañado la comitiva desde Alba de Tormes dirigió unas emotivas palabras a los asistentes a través de altavoces instalados en el edificio municipal, subrayando el significado espiritual de tan venerada reliquia.
Después de este acto, la reliquia continuó su procesión por diversas iglesias de la ciudad, donde fue recibida con fervor por los fieles en cada templo. Finalmente, la reliquia encontró descanso para pasar la noche en el Convento de las Teresas, lugar simbólico, estrechamente vinculado a la figura de Santa Teresa de Jesús y su legado en Écija.Este conjunto de eventos refleja el profundo arraigo de la devoción a Santa Teresa de Jesús en la ciudad de Écija, así como su importante vinculación con el culto local a la Virgen del Valle, patrona principal. La historia de su visita y el posterior establecimiento de las monjas teresas en la ciudad consolidan el lugar de Santa Teresa en el corazón espiritual de Écija, que hasta el día de hoy sigue honrando su memoria.
Aunque es bien sabido que en la actualidad Santa Florentina, hermana de los célebres santos Leandro, Isidoro y Fulgencio, es considerada copatrona de Écija, no se tiene certeza histórica sobre si en algún momento este título le fue conferido de manera oficial por las autoridades eclesiásticas o civiles, o si, por el contrario, su estatus de copatrona surgió como resultado de una prolongada y arraigada devoción popular. La falta de documentos oficiales que respalden un acto formal de nombramiento hace pensar que este reconocimiento pudo haber nacido de la veneración espontánea y ferviente que los ecijanos han mostrado a lo largo de los siglos hacia esta santa, cuya figura ha estado también presente en la historia de Nuestra Señora del Valle.
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