Monday, September 29, 2025

Crónica sobre los cultos y 8 de septiembre 2025 en honor a la Virgen del Valle.

 


Un nuevo año ha vuelto a desbordarse en Écija la devoción hacia nuestra excelsa Patrona, la Santísima Virgen del Valle. El primero de los actos tuvo lugar el 28 de agosto, con el solemne traslado de la Sagrada Imagen desde su capilla al altar mayor. Para tan significativa ocasión, la Virgen fue presentada con un nuevo terno donado, confeccionado en tono naranja y enriquecido con galones del siglo XVIII, así como con encajes de tul bordado en algodón. Completaba su atuendo una toca de hojilla, la corona decimonónica dorada y el magnífico  rostrillo de los topacios.


Tras la misa preparatoria, el traslado se llevó a cabo con  solemnidad, recorriendo las naves del templo hasta alcanzar la puerta del Espíritu Santo, por donde la Virgen salió a las calles, portada en andas sencillas que, por su ligereza, permitieron la participación de fieles de todas las edades. El itinerario, breve pero emotivo, comprendió la calle Sancha Carrillo, la Plaza de Nuestra Señora del Valle y la entrada por la puerta principal.

Ya en el altar mayor, la Santísima Virgen amaneció revestida con nuevos ornamentos: una saya bordada en oro y sedas sobre tisú de oro como otro nuevo estreno, un manto de espolín verde manzana con motivos florales y su corona imperial de la Coronación Canónica. Todo ello sobre un altar que, aunque aún en proceso de mejoras, mostraba avances respecto a décadas anteriores. La instalación de cortinas de terciopelo en tonos rojizos y cuatro lámparas de cristal fue recibida como signo de progreso en una cuestión que, desde hace largo tiempo, constituye una asignatura pendiente de la Hermandad.






En septiembre, la ciudad se vio engalanada gracias al esfuerzo de grupos de hermanos y devotos que, con ardua dedicación, elaboraron banderas artesanales, flores de papel y recuperaron la tradición de las bombillas en la calle Santa Cruz. La Plaza de la Virgen, por su parte, fue adornada con textiles pintados por la Junta de Gobierno. No menos destacable fue la participación del barrio del Puente que se volcó en la decoración de sus calles con banderas y ornamentos efímeros.

La víspera del día grande, el 7 de septiembre, comenzó con la confección de las alfombras de sal, este año en la Plaza de España, lugar que se revela más idóneo para la contemplación del pueblo. A ello siguió el pasacalles de AMUECI y el concierto del Ateneo en el mismo enclave, iniciativas que deberían consolidarse por mediación de la Hermandad como parte esencial de las vísperas, pues contribuyen a engrandecer la festividad. Llegada las doce de la noche, la Iglesia de Santa Cruz rebosaba fieles para la tradicional ofrenda de nardos, reflejo de una devoción en constante auge.

Con el alba del 8 de septiembre comenzaron a confluir los rosarios desde las distintas parroquias hacia los pies de la Virgen, donde se celebró la Misa del Alba y las posteriores eucaristías, culminando con la Solemne Función Principal. A las ocho de la tarde, con puntualidad y fervor, la Virgen salió en procesión. Este año, por decisión de la Junta de Gobierno, el alumbrado popular acompañó tras el paso, medida que generó opiniones encontradas entre los fieles.



El sol, en su despedida, iluminaba el majestuoso paso de plata, exornado con gran acierto en la disposición de los nardos. La Virgen lucía la nueva saya de tisú de oro, la antigua toca de hojilla, el manto del pueblo y el monumental rostrillo de oro de Damián de Castro. Su plaza, colmada de fieles, estalló en aplausos y vítores; en la calle José Canalejas llegaron las plegarias cantadas y las primeras petaladas, ofrecidas por el grupo joven de la Hermandad del Amor.

El deseo de llevar a la Virgen a nuevas zonas, como el barrio de Merinos y Huertas, constituyó un loable propósito, aunque en cierta medida se vio deslucido por un ritmo procesional excesivamente acelerado y acompañado a tambor, lo cual parecía contradecir la intención de propiciar que aquellos barrios gozasen con calma de la presencia de la Patrona. Aun así, los vecinos respondieron con entusiasmo, engalanando balcones y erigiendo altares efímeros.


En la calle Berbisa, con mayor serenidad, la Virgen pisó la primera alfombra de sal ofrecida por la Hermandad de la Yedra. La llegada a la Plaza de Santa Ana, abarrotada de fieles, fue uno de los momentos de mayor fervor, especialmente cuando, ante una fachada ricamente ornamentada, se entonaron cantes y se lanzó una lluvia de pétalos. No obstante, quedó en el aire cierta sensación de prisa, pues la Virgen no giró hacia la Iglesia de Santa Ana, como muchos esperaban con ilusión.

La procesión alcanzó un punto de esplendor al pasar por el Palacio de Peñaflor, donde la grandeza del entorno se fundió con la majestad de la Virgen en una escena difícil de olvidar.


En la Casa Hermandad del Rocío se produjo un emotivo saludo al Simpecado ecijano, prolongado por la calle Emilio Castelar, ricamente engalanada por devotos donde frente a una gran lona con la imagen de la Virgen se ofrendó una impresionante petalada. Posteriormente, la Virgen discurrió sobre las alfombras de sal de la Plaza de España, enclave que se confirma como uno de los más acertados por su amplitud y capacidad de concentración.

El broche de oro lo puso la calle Santa Cruz, cuyas fachadas, primorosamente engalanadas, evocaban con fuerza el esplendor efímero de otros tiempos. Cabe destacar la labor digna de mención del vecino D. Ignacio Ostos, cuyo empeño en recuperar la casi olvidada tradición del alumbrado nos remonta a los días de la Coronación Canónica. Finalmente, entre vítores y con el himno entonado por su pueblo, al compás de AMUECI, la Virgen fue llevada de regreso a su Parroquia.

Así concluyó un 8 de septiembre distinto, pleno de novedades y con un recorrido renovado, en el que la Virgen del Valle volvió a llenar de satisfacción y orgullo los corazones de los ecijanos, reafirmando, un año más, que su día es el más grande que posee nuestra bendita ciudad.